14/Ene/2023
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Esta tarta consiste en una superposición de tres capas de cremas con distintos tipos de chocolate, es cuajada o fría y no necesita horno para su elaboración. El ingrediente para solidificar las cremas de chocolate también puede variar según la fórmula de la receta, pudiendo ser empleado; el polvo de cuajada o cuajo líquido, láminas de gelatina o crema espesada con huevo y harina de maíz. También es muy frecuente encontrar recetas en las que se sustituye la base de galleta por un bizcocho ligero. Los antecedentes del chocolate se ubican en nuestros antepasados de principios del siglo XVI, cuando Cristóbal Colón y su tripulación, anclados en la isla de Guanja frente a las costas de Honduras, recibieron como presente de los habitantes de esta isla unas pequeñas nueces de forma ovalada y color marrón. Con ellas se elaboraba el xocolatl, una bebida de fuerte sabor que producía una gran energía y vitalidad.
Para conseguir esta preciada bebida se tostaba el fruto y se molía. A la masa pastosa se le añadía agua, se calentaba la mezcla y se retiraba la manteca de cacao, que posteriormente se batía y se mezclaba con harina de maíz para espesarla. Diversas especias añadidas como la pimienta le daban un curioso y fuerte sabor que no fue muy apreciado por los descubridores. Pero no es hasta la llegada de Hernán Cortés a México, en 1519, cuando se puede hablar del verdadero descubrimiento del cacao por parte de los españoles, que dieron a este fruto el nombre de amígdala pecuniaria o almendra del dinero, ya que era usado también como moneda de cambio.
Cuando Hernán Cortés apareció en las costas de su Imperio, pensaron que era la reencarnación de quetzalcoatl. Moctezuma, emperador de los aztecas, lo recibió como una divinidad y le ofreció en un vaso de oro el “alimento de los dioses”, reservado a personas de alta posición social. Hernán Cortés se dio cuenta pronto del valor nutritivo y tonificante de esta bebida, que permitía a los soldados españoles permanecer todo el día de marcha sin ningún otro tipo de alimento y favoreció y extendió su cultivo.
Sin embargo, hubo que esperar casi un siglo hasta que, para adaptarlo al paladar europeo, se empezase a endulzar con miel y, un poco más tarde, con azúcar, dando origen a un chocolate de sabor parecido al actual. El chocolate alcanzó una gran popularidad gracias a que la Iglesia consideró que su consumo no rompía el ayuno y a su adaptación como bebida oficial de los reyes y de la corte española. Y es a partir de los inicios del siglo XIX se empieza a fabricar en forma de tabletas para su comercialización, tal y como lo conocemos hoy en día.